Se tiende a generalizar que la formación para obtener o mantener la licencia de conducción es una cuestión de conocimientos automovilísticos, insertados en un elenco de normas viales y de unas capacidades prácticas que se demuestran ante un examinador profesional. Sin embargo, ¿por qué la visión posee tan poca importancia en carretera? ¿Por qué debemos tenerla más en cuenta?
Nuestro sistema visual posee una repercusión mayor de la que se le reconoce, ya que el 80% de la información llega al cerebro a través de nuestros ojos. Con las manos al volante y toda la atención en la carretera debemos establecer una visión mixta, complementaria, tanto en calidad como en cantidad, en la que se sumen elementos como la profundidad, la agudeza y el campo visual. Es necesario hacer hincapié en que la agudeza visual sea óptima, es decir, no deben existir problemas ópticos en nuestra salud, ya que esta perturbación puede retardar el tiempo de reacción llegando a provocar accidentes.
Desde la Fundación Salud Visual, mencionamos algunos de los motivos por los que debemos de tener especial atención en carretera: velocidad, entorno, posición relativa, orientación y dirección. Todos estos elementos provocan constantes ajustes en el foco de visión para tener una circulación óptima, segura y adaptada.
Estos son algunos de los condicionantes visuales que debemos de tener en cuenta en la carretera:
1. Barridos visuales. A través de estos podemos adaptar nuestra visión al tipo de carretera por la que circulamos. Esto quiere decir que utilizaremos más una mirada transversal (de izquierda a derecha) en zonas urbanas. Por el contrario, cuando circulemos en autovías o zonas en las que la calzada es más alargada usaremos una mirada longitudinal (desde el capó hasta arriba).
2. Visión periférica. Es la habilidad de captar la información o el movimiento sobre un punto en el que fijamos nuestra atención. Nuestro campo de visión es de 120 grados, pero nuestra visión periférica llega hasta los 180 grados. Es necesario tener siempre la atención en la carretera, de manera que podamos saber en cada momento con qué tipo de obstáculos nos encontramos.
3. El efecto túnel. Este fenómeno reduce nuestro campo de visión cuanto mayor sea la velocidad. Esto es debido a la cantidad de información que le llega a nuestro cerebro. Nuestra mente selecciona los datos más importantes, es decir, lo más cercano es lo relevante y lo lejano lo que menos. Si anteriormente hemos comentado que nuestro campo visual es de 120 grados, una mayor velocidad lo reduce, causando ese efecto de túnel, de embotellamiento a la vista, en la que los laterales se vuelven negros y no es posible distinguir nada.
4. Evaluar el entorno. Una conducción segura no es una cosa de una sola persona, sino de todos. En este caso, nuestra propia seguridad puede estar en manos de los demás, por eso en imprescindible estar atentos a sus movimientos y al entorno en el que nos encontramos. Estudiando el espacio podremos ser capaces de realizar las maniobras oportunas.
5. Deslumbramientos. Ocasionados por el sol o por las luces, tanto de los coches como de las iluminaciones de las urbes. Para contrarrestar sus efectos lo más adecuado es llevar unas gafas de sol y un parabrisas en perfecto estado. Este último debe estar adecuadamente cuidado, ya que ciertos desperfectos (suciedad o impactos) pueden ocasionar peligrosos reflejos que dificultan la visión.
Desde Funsavi recomendamos acudir a un óptico-optometrista, ya que son los profesionales más indicados para ayudarnos. Es adecuado realizar una revisión visual al menos una vez al año y siempre antes de llevar a cabo un viaje largo. Recuerda que unos ojos sanos pueden salvar vidas.