Según la Organización Mundial de la Salud, el 92 por ciento de la población mundial vive en lugares donde los niveles de calidad del aire exceden los límites fijados en las directrices de este organismo. La alta concentración de polución, de humo de coches y autobuses, compuestos químicos de fábricas e industrias, contaminación producida por calefacciones, polvo o polen, contribuyen al incremento de enfermedades oculares como las inflamaciones de los ojos.
Cuando no llueve ni hace aire los elevados niveles de polución de las ciudades muy pobladas pueden provocar irritación en los ojos, ardor, enrojecimiento, lagrimeo, sensación de quemazón y escozor.
La conjuntivitis y el síndrome del ojo seco son otros de los problemas que puede causar la contaminación del aire.
Para prevenir estos malestares es importante utilizar gafas de sol con filtro UV, emplear gotas lubricantes, beber mucho líquido para que el cuerpo pueda producir la cantidad de lágrima suficiente para mantener el ojo húmedo y evitar el humo de cigarros y los ambientes muy cargados.