La vista cansada es una de las anomalías visuales más comunes en personas de mediana edad. ¿Qué es realmente la vista cansada, también conocida como presbicia y cómo afecta a nuestra salud visual? Este defecto fisiológico se debe principalmente a un deterioro del ojo, donde el cristalino, así como los ligamentos y los músculos que lo envuelven, va perdiendo flexibilidad, lo que hace más difícil enfocar los objetos. De esta forma, la acomodación visual disminuye.
Para favorecer nuestra calidad de vida, es fundamental acudir a un establecimiento sanitario de óptica cuando se presenten algunos de estos síntomas:
• Dificultad para enfocar de cerca
• Necesidad de mayor iluminación
• Dolor de cabeza
• Molestias oculares y fatiga visual
Sin embargo, evitar la vista cansada es prácticamente imposible. A pesar de eso, desde la Fundación Salud Visual queremos darte una serie de consejos para retrasar su llegada.
1. Mantener la estancia iluminada. Estemos donde estemos, contar con una luz correcta es fundamental para evitar forzar la vista. Aquí también incluimos el brillo y el contraste del ordenador, ya que un mal ajuste de estos parámetros podría dificultarnos la lectura.
2. Filtros de luz azul. En relación con el punto anterior, es importante que nuestros dispositivos electrónicos cuenten con este filtro de luz azul para no producir reflejos.
3. Llevar gafas de sol. El uso de las gafas de sol es clave. El sol desprende rayos UV perjudiciales, por lo que es necesario protegernos de estos para evitar que perjudiquen a nuestros ojos.
4. Ejercitar el ojo. Tras pasar tiempo frente a pantallas, recomendamos relajar la musculatura ocular y hacer pequeños ejercicios de enfoque mirando un punto lejano y uno cercano.
Al igual que encontramos medidas para retrasar su llegada, también existen métodos para que, una vez que aparezca, tenga las menores repercusiones negativas en nuestra visión. Entre las opciones más habituales encontramos las gafas, eso sí, siempre y cuando estén adaptadas a las necesidades del paciente.
En torno a los 45-55 años es probable que sea necesario un cambio de lentes, por lo que es conveniente no evitar retrasar la visita al profesional óptico-optometrista para que nos recomiende aquellas que mejor nos convengan. Actualmente, el mercado cuenta con una amplia oferta, por lo que podremos encontrarlas desde monofocales, donde su uso se reduce únicamente a actividades puntuales como leer o coser, hasta bifocales, que combinan la visión de lejos y de cerca. Los cristales progresivos se han convertido en el modelo más popular, ya que permiten corregir tanto la visión cercana, como intermedia y lejana, evitando cambiar de gafas. Por supuesto, también están disponibles las lentes de contacto, que para muchos suele ser la opción más cómoda.